Faunia
Se lo pasaron bien en Faunia, pero al duendecillo le encantan los bichos que no sobrapasen los diez centrimetros y el principito prefiere que superen el metro. En lo que coincidieron es que a los dos les encantó entrar en un volcán.
Se lo pasaron bien en Faunia, pero al duendecillo le encantan los bichos que no sobrapasen los diez centrimetros y el principito prefiere que superen el metro. En lo que coincidieron es que a los dos les encantó entrar en un volcán.
No es la mejor asignatura del duendecillo, pero con su compañero de vacaciones algo va aprendiendo. Espero que se queden con los buenos momentos.
El duendecillo en la piscina disfrutando. Sale se tira y vuelta a empezar, hasta que de repente se para en la orilla mirando pensativo y se pone a gritar -¡Plátano! ¡plátano!-
Yo lo miro extrañado, y sigue –¡oro parece PLATA NO es!-
Dice el duendecillo que la hierba es la barba del suelo.
Esta mañana el duendecillo nos contó lo que le ocurrio "pasado ayer"
Hoy ha llegado al cole el "anteprimero"
En una conversación durante uno de sus juegos consigo mismo, se pellizca un poco en el brazo y dice -mirar exploradores, esto es carne... ¡pero no se come!-
No escribo nada porque estamos en pleno síndrome del nido. No, no vamos a tener un nuevo duendecillo, esta vez nos va a visitar por dos meses un principito del desierto y, claro, le estamos esperando. El duendecillo en su última rabieta se tumbo en su cama y dijo que no se movía de allí hasta que llegase.
Sacando agua de un pozo muy hondo (creo recordar que 12m) cuando llega el cubo exclama -¿¡Está fría!?- y nosotros -¿porque iba a estar caliente?- el, nos mira como si no nos enterasemos de nada -¡porque estaba cerca del magma!-
Bajando a una bodega por las típicas, interminables escaleras de piedra -¿y ahora llegamos al magma?-
-El maestro (Érase una vez...) dice que el hombre es un animal más- y le dice su mamá –pero también dice que nos diferenciamos en algo... ¿en qué?- y el duendecillo atento a la jugada –en que somos más sabios, sabemos conducir-
Y tu... ¿Que vas a hacer de tu vida?
Algunas mañanas es imposible despertarle. Abro las ventanas y lo voy intentado suavemente pero nada, no hay manera. Si la noche anterior dejo algo del postre para desayunar salta como un muelle si se lo recuerdo. Un día mirando por su ventana y hablándole de cómo estaba el día para ir captando su atención le digo –que largas están las sombras de los árboles por la mañana ¿quieres saber por qué?- el resultado fue el mismo que con el mejor pastel de chocolate.
A raíz de su afición por La abeja Maya han “venido” a casa unos cuantos peluches de insectos que según el duendecillo “estaban buscando casa y, como tienen muy buen ojo, vieron esta y les gusto; firmaron las escrituras y se vinieron a vivir aquí. Otro día, Mamá y tu tambien firmasteis las escrituras, mientras yo estaba en casa de un amigo, y nos vinimos a vivir con ellos.”
Peter pan, Niki aprendiz de bruja y ahora... Bichos. Cuando cambia de película preferida ya no quiere volver a ver la anterior. Llevamos vista esta unas decenas de veces y hasta alguna en inglés, le da igual no entenderlo, porque ya se sabe los diálogos.
Antes de entrar en la escuela -Papa... si tu jefe te manda algo, no te canses- yo -¿y eso?- -es que me tienes que montar este juguete cuando vuelvas-
El sudor... ¿es el rocío del pelo?
Lo que más le gusta es ver las bolas desaparecer en el agujero y aparecer por la ventanita donde se depositan. Y pregunta -¿la negra, como es oscura, es de la noche y por eso se mete la última?-
El cine, el teatro, una visita a unos conocidos o una excursión; y justo a la puerta o en el momento de bajarse del coche el duendecillo que dice -he decidido que escojo quedarme en casa, que ya vendremos en otro momento- y le decimos -pues ahora ya estamos aquí, etc...- y es siempre con cosas con las que hasta el último momento esta ilusionado y después también.
Este fin de semana lo hemos pasado en la casa de unos amigos y justo a la vista del letrero de entrada al pueblo nos montó un cirio de estos. El domingo después de haberse recorrido todas las calles en bicicleta, me dice -pues me había equivocado...- y yo –en que- el sigue pensativo –pues que lo he pasado muy bien-
Al entrar en clase el duendecillo se ha quedado mirando, asombrado, a una compañera -¿eres tu? ¡No te había reconocido!- ha sido el primer día que la niña va con gafas a la escuela.
Me recuerda mi costilla que hace unos meses cuando fue con el al oculista y le dijeron que no necesitaba gafas le dijo muy serio –mira... ¡yo he venido a que me pongas gafas!- Luego, cuando le preguntábamos, nos decía que el quería tener gafas para ir a la escuela y que los niños pensaran que era otro.