Ardillas
Estábamos en el Campo Grande y le llamaron la atención las ardillas. Veo que hay una con bastante hambre que se acerca a todo el que pasa con confianza. Le digo acércate despacito y con la mano abierta y extendida. Se fue acercando casi como una estatua la ardilla se dirige a él, lo mira, le sube por los pantalones, llega al hombro y, al ver que no tiene nada en la mano, se marcha. No movió ni un músculo.
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