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Las ocurrencias del duendecillo

Nuestras cosas

Venga

Siempre que estamos intentando que haga algo tanto mi costilla como yo en algún momento le animamos -¡venga!- A lo que suele responder -no vengo-

Atlas

Atlas Esta mañana, después de dejar al duendecillo en su cole, nos hemos pasado por la Asociación de Padres de Alumnos. Cuando hemos dicho a las dos madres que estaban allí que no íbamos a apuntarnos a ninguna actividad sino a la asociación se han mirado sorprendidas. Nos han contado que desde hace varios años que entraron ellas siguen los mismos y no se ha incorporado nadie nuevo. Sus hijos pronto dejarán el colegio y ya creían que desaparecería el APA.


Atlas sujetaba el mundo sobre sus hombros por castigo de Zeus. Heracles, que tenia que recoger ciertas manzanitas, le dijo que se lo cogía un rato si Atlas se las recolectaba. Hizo el trabajo pero luego lo pensó mejor y regresó para decirle que ahí se quedaba con ese peso. Heracles debía ser un espabilado por que le dijo que vale pero que se lo cogiese un momento para colocarse la capa. Ya os imagináis quien sigue ahí debajo cargando la bolita.


Me parece que si te encargas un rato del APA no es tan fácil dejarlo.




La imagen le he cogido de aquí

Baltasara II

No hacía de rey, hacía de mago, me cuenta mi costilla después de leer lo que escribí ayer. Se lo paso fenomenal y cuando salía todavía tenía pintura negra detrás de las orejas, se acordaba de los nombres de los niños y de lo que la habían dicho. El duendecillo vino encantado, por suerte para Baltasara solo estuvo con Melchor y Gaspar con los que se hecho sus buenas parrafadas según me cuentan, me imagino que se los querría meter en el bolsillo para esta noche. Ahora le oigo cantar, hace un cuarto de hora que se ha ido a dormir y le va a costar. A los reyes les ha dejado: las zapatillas, un dibujo de un coche y un quesito. Espero que les guste.

Libertad

Tendríamos que conseguir que nuestro duendecillo cuando crezca pudiese andar libremente por la calle y relacionarse con un grupo escogido por el. Pero eso es algo que no conseguí ni yo en la ciudad. Creo recordar que por eso siempre estaba deseando ir al pueblo, por la libertad. En Valladolid recuerdo que el mejor momento era si después de salir del colegio me podía quedar un poco en unos jardines (que ya no existen) jugando a las chapas. Pero en casa ya no salía por el barrio, no había barrio. Esto habrá que solucionarlo... ¿pero como?